Borradores de Alan
Puntuación: +1+x

“Es solo una reunión” decían

”Va a ser tranquilo” decían

”No vas a terminar ebrio e involucrado en un combate con tipos que podrían hacerle un suplex a una anomalía sin torso” …. En realidad nunca prometieron algo así, tal vez fue por eso que debió pensarlo antes de aceptar la invitación.

La contención y estudio de anomalías no es un trabajo en el que pensarías tener el privilegio de contar con ratos libres. Sin embargo, contra todo pronóstico, ahora mismo eso estaba sucediendo.

— Cualquier cosa por no llenar un espacio en la agenda con horas extra— Estaba seguro que no era el único que podía pensar eso.

Lejos de ser alguien negligente, era un alivio que dentro la Fundación la gente se pueda dar un tiempo para charlar. — Además — racionalizó. — Conocer a tus colegas podía ser esencial en varias situaciones. ¿Qué puede salir mal?

Tras la primera copa supo que debía empezar a cuestionar si las decisiones que tomaba a su edad eran las más adecuadas y no se estaba dejando llevar por lo que veía en el espejo cada mañana. Tras la segunda copa empezó a cuestionar su sanidad mental en general y con la tercera empezó a escuchar los colores.

— Uugh… No estoy hecho para esto —. Con vaso en mano, el investigador se tambaleaba tratando de mantener el equilibrio en un rincón distante de la sala. A su derecha se habían reunido aquellos que se conocen de antes. Al lado opuesto opuesto, los nuevos reclutas habían formado su propio círculo.

— hic… Tal vez debería acercarme cuando se me pase esto.


Romero se mantuvo lúcido en todo momento, tanto como esos 5 vasos de fernet se lo permitían. La tarea de entregar unos reportes en el Sitio-34 terminó en una celebración con algún espectáculo de peleas de por medio.

Solo unos cuantos rostros entre la multitud le eran familiares, todos agentes de campo. — ¿Contra quién me tocará? — Pensándolo mejor, tal vez era buena idea ir conociendo a sus posibles contrincantes.

—Saludos… Y yo que creía que la Gru división-P era historia — dijo el William.

Antes de darse cuenta William había terminado diciendo lo primero que se le vino a la mente. No, ni siquiera había pensado en las implicaciones de lo que había dicho. Ni siquiera podía decir que había sido brutalmente honesto cuando ni siquiera había una intención detrás.

William examinó al agente de arriba abajo. Unos años mayor que él, aunque solo en aspecto. Su uniforme y la gorra habían sido responsables del malentendido. Esta última parecía mezclarse con su cabello.

—Ya sabes, rusos, gabardinas grandes y posturas intimidantes. ¿O esos eran los de Reino Unido? Los guardias al servicio de la.. Emmm, sí, la reina. Eso. … Era un cumplido. — dijo William, tratando de excusarse.

No podía asegurar si lo que había dicho ayudaba o empeoraba la situación. Tal vez si aquel hombre lo viera sosteniendo aún un vaso a medio tomar se daría cuenta del asunto y lo dejaría pasar. Mientras por dentro seguía maldiciendo y culpando a la bebida de sentirse decenas de veces más tonto de lo normal.

¿Qué hace un niño aquí? De seguro es un superdotado. Bueno, creo que lo molestaré un rato— Entonces ¿soy comunista?— pregunto Romero.

—No, bueno sí, digo si quieres.

—Oh, ya veo. Lo que pasa es que realmente soy inglés, ¿Te importaría traerme un té?— dijo Romero, tratando de imitar un acento británico.

—Jaja, si, no espera-

Las personas nerviosas o borrachas son propensas a reírse con lo que sea, seguro solo esta es la primera vez del chico por aquí, creo que puedo seguir con esto— pensaba Romero.

Con el pasar de los minutos, la dupla llamó la atención de algunos invitados. A primera vista, daba la impresión de que ambos estaban igual de mareados; tal vez uno más que el otro. El más joven acomodó sus lentes y se dirigió al hombre de la gabardina.

—Solo dime algo… Emmm.— murmuro William.

—Romero.

—Sí, eso. Dime, Romero. No eres inglés, ¿verdad?

—Jajaja. Estaba esperando a que te Dieras cuenta — respondió Romero, entre carcajadas.

—Oh Dios mío… Supongo que me lo merezco. ¿Cuánto tomé?

—No sabría decirte, chico. Mi consejo para la próxima es que reconozcas tus límites.

—Sí, supongo que sí…

Romero asintió con un gesto y se retiró, dándole la espalda al no haber mucho más de lo que hablar; eso y que necesitaba hacer una retirada estratégica antes de que alguien se diese cuenta de lo que estaba haciendo.

William logro ver atrás de la nuca de Romero una cola de caballo, impulsado por el alcohol, y por algunos pensamientos anticuados suyos, se acerco a Romero para tirarle de la cola de caballo. Entonces, de repente, sintió un tirón en la parte posterior de la cabeza.

— ¡Hey! ¿Qué se supone que es eso? — pregunto William, con un tono más serio.

— ¿Qué se supone que es qué? Y- aha,.. ¡Deja de jalar! — gritaba Romero.

— Ese peinado, hijo, tengo severos problemas con eso.

— ¿Cómo puedes tener un “problema” con eso? ¿Estás bien de la cabeza? — El agente trato de quitárselo de encima, sin éxito.

—Verás, en mis tiempos a los tipos que iban peinados así los llevaban a la correccional. Es más, viéndote de nuevo me pregunto qué clase de estándares manejan en la Fundación. En los buenos días de la Coalición… Sí; esos sí se hacían respetar, todos eran personas con un fuerte sentido del deber, y sobre todo, del gusto. Hoy en día cualquier taumaturgo entra a la PSYCHE, ¿has visto sus expedientes? Estos maguitos y observadores especiales cada vez le quitan más el trabajo a la gente honrada y no anómalo que servía como embajadores.— dijo William.

Este tipo está delirando. ¿Ahora se cree mi abuelo? — En defensa propia Romero, empujó al investigador para zafarse de una buena vez. Esperaba que fuera un movimiento capaz de hacer caer a alguien de su complexión, pero no logró que perdiera el equilibrio

—¿Qué? ¿No te enseñaron modales?— dijo William

—Estás borracho, niño, o tal vez te estás pasando de listo intentando tomarme el pelo.— dijo Romero.

—¿Literalmente?

—… ¿Lo dices en serio?

Antes de que pudiesen continuar con su intercambio, el resto de los presentes comenzaron a dirigirse a una nueva área. Ninguno comprendía bien qué estaba pasando, pero entre el bullicio ambos lograron distinguir la palabra "simulación" con la claridad suficiente para picar su interés, y detener su pequeña pelea.

—No puede ser…

—¿Quién lo hubiera imaginado?

Al llegar al lugar donde se encontraban los demás, ambos hombres fueron recibidos por algo que parecía una mala recreación de el club de la pelea. Tal parecía que entre la bebida y la convivencia "sana" había surgido la idea de una simulación de combate entre los presentes. Por si fuera poco, los combates ya habían sido decididos al azar y los recién conocidos podían ver sus nombres en el mismo recuadro. Aparentemente el preguntar por el consentimiento de los participantes no se le había ocurrido a nadie.

William no podría estar menos interesado en el premio, tras haber hecho una pequeña escena hace poco no quería tener nada que ver con el alcohol en mucho tiempo. No sabría si decir lo mismo de Romero, pero este no era momento para huir.


Una vez dentro de la instalación de combate, el anunciante empezó con su presentación.

—En esta pelea tendremos a un peso pesado contra un peso liviano, de esta esquina midiendo 1.86 y pesando 72K; sus antecedentes son un misterio; un joven superdotado pasado de copas: William Falcone!.

— Y de este lado midiendo 1,79 y pesando más de 75K. El soldadito, aquel que trabajaba en las prisiones antes de venir aquí. Apasionado de las entrevistas, el agente Romero.

Ambos entraron a la instalación de combate.

—¿En serio quieres hacer esto? No te veo muy de los que pelean— dijo Romero.

— Y no te equivocas. Aun así, creo que no me vendría mal un calentamiento — el alcohol en la sangre de William había bajado al menos lo necesario para estar en condiciones de pelear, pero no lo suficiente para saber que esto seguía siendo una pésima idea.

— Tus nervios se fueron niño, es increíble cómo las personas cambian de actitud de un momento a otro, pero es hora de enseñarte a respetar a tus mayores — dijo Romero, confiado.

— Me conformo con cortarte la cola de rata que llevas en la cabeza — dijo William, luego procedió a hacer un signo de tijeras con sus manos.

— Dejé crecer esta cosa desde los 25 años, y no voy a dejar que nadie la toque — dijo Romero, mientras se tomaba un minuto para atar bien su cola de caballo.


La sala de los presentadores está ubicada en la parte más alta de la instalación. Aunque no era muy grande, había suficiente espacio para una mesa y un sillón. En la mesa yacían dos micrófonos junto a un tazón con naranjas, devoradas una a una por el hombre de cabellos rubios, lentes gruesos y un montón de piercings en su cara.

— ¡Hey, Penz! ya volví — Dijo un hombre vestido con un chaleco anti balas. Su rostro estaba cubierto por una mascarilla y gafas rojas.

— Ah, Mike llegas justo a tiempo para presenciar esto — respondió Penz.

— ¿Presenciar cómo se aprovechan de un niño?.

— No creo que vaya con todo. El joven es un investigador con algo de futuro; si Romero lo deja con contusión cerebral seguramente el comité de ética se encargará de que sea el siguiente — afirmó Penz, imaginando el resultado final.

— ¿Tanto así? ¿No crees que sería una exageración?— pregunto Mike, preocupado.

— Realmente no me importa, solo narremos esto para-

— Espera, ¿Por qué están caminando hacia el otro de esa forma?— interrumpió mike, observando a los dos combatientes desde la ventana de la sala.

— Ni idea, lucen bastante bizarro

— Lo que faltaba…— Mike suspiro, para proceder a sentarse en el sillón y tomar su micrófono — Más temprano que tarde, el duelo inició.

— El chico es rápido, pero Romero lo agarró y lo lanzó contra la pared. Si eso no lo deja noqueado podríamos estar ante un combate interesante.

Algunos minutos más de narración más tarde

— ¡Oh no! ¿Lo está golpeando con su propio cinturón?— dijo el Penz.

— ¿Cómo? Pero si él lo tenía en sujeto hace dos minutos, ¡¿cómo diablos se lo sacó de las manos?!

— Oh, se la devolvió ahora lo está usando como soga.

— ¿Pero de dónde diablos se está sujetando? — dijo Mike, intrigado por lo que veía.

Varios Minutos de narración más tarde

— Ok, no quiero ver más de esto —Penz se saca los lentes.

— ¡¿Qué llave es esa?! Debería ser ilegal en el torneo oficial de cualquier deporte que respete el bienestar de sus participantes — exclamo Mike.

Penz se vuelve a poner los lentes.

Unos varios minutos más de narración más tarde

Toda la arena había quedado en silencio. Los otros participantes estaban observando atentos a la determinación de ambos combatientes.

Los dos luchadores, con sus rostros llenos de moretones, con sus vestimentas sucias y rotas, solo se miraban sin decir ninguna palabra hasta que alguien rompió el silencio.

— ¿No planeas rendirte?— pregunto Romero.

— Ni lo creas, he hecho muchas cosas raras para rendirme ahora— respondió William, al borde del desmayo.

— ¡Pues que así sea!

Los combatientes soltaron un último grito antes de acortar la distancia entre ambos con un derechazo a la cara del otro, lo que terminó con uno de los dos apenas sosteniéndose en pie. No duró mucho.

Romero y William estaban bastante parejos en lo que a combate se refiere. La situación no tardó en reducirse a un duelo de resistencia. Los dos, usaron sus últimas fuerzas para asestar un último golpe. William falló el golpe final, dejándole el camino libre a Romero para terminar este combate con un último puñetazo.

— No lo puedo creer…

— Kh!-… Parece que perdí — Aunque estaba algo decepcionado por haber perdido, era un alivio terminar con todo este enrollo.

El William, ya en el suelo, se tomó el tiempo de observar todo a su alrededor. En las gradas, donde estaban todos los siguientes combatientes y demás gente, varios gritaban y aplaudían por el espectáculo. Algunos de los compañeros de William se veían preocupados, otros abucheaban a Romero.

William tosió tratando de recuperarse del encuentro

— Dios, siento que estos golpes me devolvieron a la normalidad. Oye, ¿por qué estamos peleando?— pregunto William, quien tosió, aun recuperándose del evento.

— Creo que fue por mi corte de pelo, pero ahora no puedo recordarlo bien… Deje de pensar en eso cuando hicimos la llave — dijo Romero.

— Qué tontería… Ja, nos excedimos, ¿no crees?

— Ya lo creo…

Ambos ríen por unos segundos. Romero entonces se dirigió hacia el investigador.

— Lo hiciste muy bien, William.

— Lo mismo puedo decir, agente Romero.

— Oh, por favor, deja las formalidades. Llámame Alan.

— Un gusto entonces, Alan. Tú ganas, jamás habría imaginado divertirme tanto — respondió el joven, dejando salir una pequeña carcajada.

Ambos se dieron la mano, mientras que el anunciador Mike, gritaba los resultados del combate.

¡El ganador de esta ronda es el agente Romero!

Alan Romero VS William T. Falcone

Tiempo en Combate: 15 minutos

Ataque Ganador: un golpe limpio a la cara.123

Epílogo: El agente Romero recibió al día siguiente una carta de William disculpándose por lo sucedido, también había enviado una dirección del barbero más cercano a su Sitio.

Si no se indica lo contrario, el contenido de esta página se ofrece bajo Creative Commons Attribution-ShareAlike 3.0 License